martes, 30 de junio de 2009

El Secreto.




Nadie lo supo nunca, pero yo estaba allí. Mitad dentro del gato, mitad dentro del reloj del abuelo. Por eso no me vieron; pero yo lo vi todo.Así que, si me lo pedís, estoy dispuesta a declarar en contra ella.Sé que es un poco tarde, pero no pude dar este paso antes; muchos pensareis que soy una cobarde, de hecho, yo también lo pienso. Tengo miedo, aunque aún no he decidido de qué.

Desde la mañana yo ya intuía que algo raro pasaría, aunque de ninguna forma podía imaginar la magnitud del suceso. No sé, me lo decía mi cuerpo. Era una sensación extraña, como si mi alma quisiera escapar de mi cuerpo pero cuando estaba algún centímetro por encima de mi cabeza se quedaba sin fuerzas y volvía a bajar, a su sitio; o al que se supone que es su sitio. Pero tampoco quise montar un drama por ello, al fin y al cabo, ¿qué tiene de extraño que tu alma quiera deshacerse de tu cuerpo? Los entes inmortales son caprichosos y el alma según las leyes del cristianismo, es inmortal. Quizás lo que sentía no era miedo, quizás era sólo vergüenza, vergüenza de confesar abiertamente ante completos extraños-y lo peor, ante mis allegados- que mi alma se cansó de mi cuerpo. Siempre he sido muy orgullosa.



Imagen: Dave Mckean.