A veces pasa, el mundo deja de existir. A alguien se le olvida poner un nuevo rollo en el reproductor, y para cuando se dan cuenta lo único que pueden hacer es poner una imitación de él mientras buscan el mundo real. En esos falsos días todo va lento. Los coches, la gente, los colores, el sonido. Lento. La gente tampoco es gente, sólo prototipos, reflejos humanos, algo así como la reina que veía Alicia a través del espejo. Y por eso todo va al revés, porque todo lo vemos a través de un espejo. Los que te rodean hablan un idioma muy bajito, tanto que piensas que lo hacen adrede para que no te des cuenta de que no es ninguno conocido. Eso es porque ellos no son de este mundo. Hablan una lengua totalmente ajena a él. Están aquí sólo para hacer relleno, mientras recomponen el día y a las personas reales. Ahora alguien les deberá un favor. ¿Quienes son? Qué importa, somos sus muñecos, algo con lo que experimentar y divertirse. Somos el garbanzo que duerme sobre un algodón dentro de un bote en la repisa de la clase de primaria. Somos las hormigas en una granja de hormigas. Pero al final el garbanzo germina y el niño se hace demasiado mayor para seguir "criando" mascotas que ni siquiera son capaces de devolverle la pelota cuando se les lanza. ¿Cuándo nos pasará a nosotros? Quien sabe. En fin, mientras tanto, sigamos siendo garbanzos y miremos la lluvia. Ya termina.
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1 comentario:
que bonito relato zarita, da que pensar... :D
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