sábado, 8 de agosto de 2009

Recorte de Domingo no Totalmente Autobiográfico




Me levanto tarde, cansada. De nuevo vuelvo a llegar tarde al Domingo. Mi perro me mira con ojos que piden explicaciones, son las 6 de la tarde y él aún no ha recibido su comida. Menos mal que sé que con una caricia, una palabra bonita y por supuesto poniéndole su cuenco por delante, todo se le pasa. Cojo un libro y me arrastro hasta el sillón. ¡Dios mío, qué calor!

La música del afilador llega desde la calle, y su ofrecimiento para afilar navajas, cuchillos, espadas y guillotinas. No sé porqué pero cuando el sonido se va calle abajo, sólo pienso "Tócala otra vez, Sam" Pero Sam no la toca otra vez, porque sólo he hablado dentro de mi mente y porque no se llama "Sam" sino "Manolo". Es de cajón, así las cosas no funcionan. El libro pesa demasiado en mis manos. ¡Dios mío, qué calor! Miro al cielo azul claro de sueño a través de la ventana, y lo único en lo que puedo pensar es en que cuando era pequeña los "petit suisse" eran sólo de fresa.