jueves, 16 de octubre de 2008

¿Echamos un Polvo?


Esta es la primera entrada de una nueva sección, y espero que no sea la última. En ella hablaré de algunas de esas curiosidades lingüísticas y literarias que he aprendido desde que entré en la carrera. Espero que os gusten,aunque supongo que en algún momento se me irá la olla y publicaré alguna frikez que a mí me parezca increíblemente interesante pero que os resulte muy aburrida. Ya por adelantado os pido disculpas, pero es que ...me encanta esta carrera y sus vericuetos paranoicos. Por cierto, el de la foto es el gran Noam Chomsky, uno de los grandes padres de la lingüística; y aunque no tenga mucho que ver con la "historia" de hoy me pareció muy elegante abrir esta nueva sección con él.

¿Quien no ha usado alguna vez la expresión "echar un polvo"? Todas las frases hechas y expresiones populares tienen su historia, pero esta me pareció especialmente curiosa cuando la oí, y estoy segura que por su "naturaleza" os parecerá especialmente interesante. Hace algunos siglos se puso de moda entre la aristocracia el consumo de una nueva droga que fue bautizada como "rapé". Por si alguien no lo sabe el rapé es una droga en polvo que se consume sorbiendo a través de la nariz usando como soporte la parte de la mano que une la muñeca con el pulgar,aunque estoy segura de que todos lo sabéis de sobra...¡qué os voy a contar! Pues bien, como pasa siempre, la afición por esta droga acabó alcanzando también a las clases inferiores. Entonces dejó de ser un símbolo de sofisticación elitista con el que los relamidos aristócratas intentaban hacerse los interesantes en salones de bailes y cenas multitudinarias, y pasó a ser considerado una muestra de vulgaridad y de poco gusto.

El problema vino cuando algunos se dieron cuenta de que estaban enganchados a la susodicha droga y necesitaban de ella para sentirse bien. Por ello, cada vez que alguno sentía la necesidad de drogarse en medio de una reunión, simplemente decía "Disculpadme, voy a echar un polvo" y retirándose a otra habitación en la que no hubiese nadie se liberaba por un tiempo de su mono. Ahora bien, supongo que ya os habréis imaginado el resto, ¿no? Pues sí, amigos, la gente empezó a aprovechar la excusita para satisfacer otro tipo de necesidad que aunque más natural que la otra, estaba peor vista en esa sociedad tan cerrada cuya ley prioritaria era la de fingir y tapar. Parece ser que a más de uno pillaron con las manos en la masa y se corrió la voz del nuevo uso de la expresión, y así, ha llegado hasta nuestros días. Ahora, que lo siento por aquel que de verdad fuese adicto a esta droga,¡La familla que cogería!
Para que luego no digáis que no os enseño cosas bonitas ;P